El Real Madrid se dio un paseo por Granada para exhibir su flamante título de Liga y estrenar su pase a la final de la Champions. Goleó sin despeinarse, con solvencia, comodidad y eficacia a un equipo nazarí que había descendido antes del partido. Brahim, que firmó un doblete, y Arda Güler, que volvió a marcar, lucieron en el equipo de Ancelotti, que hizo rotaciones para repartir minutos con la vista puesta ya en Wembley.
Con la Liga y la final de la Champions en el bolsillo, el Real Madrid iniciaba su particular pretemporada de cuatro amistosos antes de Wembley. El primero era ante un Granada al que la victoria del Mallorca ante Las Palmas descendió antes de jugar. En realidad los nazaríes llevaban tiempo descendidos a falta de poner el certificado de defunción. De tripas corazón hicieron en los prolegómenos del duelo para homenajear en forma de pasillo a los futbolistas del Real Madrid, porque la educación no está reñida con el dolor.
Ancelotti, como era previsible y anunciado, rotó a todo el equipo que había jugado ante el Bayern. Sólo repetía el indestructible Rüdiger en un once en el que estaban el renacido Courtois, escoltado por Lucas, Militao, Rüdiger y Fran García, con Camavinga, Modric y Ceballos en el medio y abrochado por Brahim, Güler y Joselu, bigoleador milagroso frente al Bayern y héroe eterno del madridismo.
Joselu hizo ganar al Real Madrid con su doblete 10 veces más de lo que cuesta su fichaje https://t.co/3wYUcKvfpV
— okdiario.com (@okdiario) May 10, 2024
El partido tuvo desde el inicio todos los tintes de un partido de los jueves. Laxo y flojillo como la gomilla de un calzoncillo de los noventa. Sin ritmo ni tensión, sin emoción ni incertidumbre. Dominaba al paso el Real Madrid, que jugaba mirándose al espejo pero sin darse importancia. El Granada, consciente de su inferioridad, trataba de ordenarse en el repliegue para sobrevivir con el empate.
Courtois se prueba
Courtois se probó en tres jugadas: una cesión venenosa de Militao, un despeje bajo palos en el que se adornó y un despeje de puños en un córner. Algo lento pero solvente en las tres acciones. El Real Madrid sesteaba porque se lo había ganado. Camavinga se llevó un trompazo de Boyé en el 25 que le dejó el tobillo a la virulé. El partido seguía siendo una oda al aburrimiento, así que a Courtois aún le dio para salir de líbero a jugar alguna pelota complicada de cabeza. Resolvió bien.
El Real Madrid estrenaba su título con un juego insípido y romo. Invisible Modric, transparente Ceballos y fantasmagórico Güler, con apenas algún toque que metía miedo. En el 34 de nuevo volvió a lucirse Courtois en un mano a mano después de un disparo que se envenenó tras tocar en Camavinga. Fue el prolegómeno del primer tiro a puerta del Real Madrid.
Les cuento. La jugada la hizo Brahim desde la derecha. Levantó la cabeza dentro del área y la puso al medio. No llegó ni Modric ni ningún defensor del Granada pero sí Fran García, que apareció por el segundo palo para ajusticiar con comodidad al Granada. Pues nada, primer tiro a puerta y 0-1.
Dos zarpazos y listo
Y en el segundo tiro llegó el 0-2. Eran los minutos de la prolongación con el Granada casi suplicando la hora. Pues nada, se asociaron por la banda siniestra Fran García y Brahim, llegó la pelota a Arda Güler, que no perdonó. Tiro cruzado y raso, lejos del alcance de Batalla. Pues nada, casi sin querer, el Real Madrid resolvía el partido justo antes del descanso.
Del que regresamos con el mismo sol y sombra vespertino en el estadio de Los Cármenes. Con el viento a favor y el Granada descosido, Brahim abusó de sus rivales con una conducción maravillosa que abrió en canal a la defensa local. El malagueño (condenado a jugar con Marruecos por la torpeza de la Federación) abrochó el tanto con una definición llena de precisión y talento.
Después del tercero y con un Granada de zombies llegó el cuarto. Lo volvió a marcar Brahim después de una jugada de fútbol sala cosida entre Güler, Modric y el propio Brahim. Casi ni lo celebró el malagueño en un ejercicio de respeto e inteligencia emocional. A Ancelotti le sonó la alarma del Nokia a la hora de partido y llamó a filas a Kroos y a Nacho.
El paseo del Real Madrid continuó y Joselu casi marca el quinto con un frívolo taconazo ante Batalla. En el erótico minuto 69 por fin entraron los cambios. Se fue ovacionado Modric en el pequeño Bernabéu en que se había convertido Los Cármenes y también Rüdiger. Entraron los citados Kroos y Nacho. Siguieron percutiendo los de Ancelotti ante un Granada que no sabía ni por dónde le caían los ataques.
Pasaron los minutos en Los Cármenes y ni el Real Madrid quería hacer más sangre ni el Granada tenía capacidad para lograr el gol del honor. No había más historia que contar. Perdonó Joselu el quinto en un mano a mano en el que se durmió y el central nazarí. Fue la última jugada de un partido en el que no había nada en juego más allá de que el Madrid de Ancelotti siguiera engordando una estadística en esta Liga que va camino de ser histórica.